La Casa de las Confusiones (Comedia de enredos para 7 personajes – 5F 2M)

Título: “La Casa de las Confusiones”

Género: Comedia de enredos

 

La obra tiene un total de seis personajes principales:

  1. Ana (18 años) – La hija más joven.
  2. Carmen (40 años) – La madre.
  3. Lucía (45 años) – La hermana mayor.
  4. Paula (más de 55 años) – Miembro de la familia o amiga cercana.
  5. Mercedes (más de 55 años) – Miembro de la familia o amiga cercana.
  6. Alfredo – El antagonista que reclama la casa, un hombre con un pasado turbio.

Además, Enrique, el abogado de la familia, también es un personaje importante, aunque más secundario en cuanto a tiempo en escena.

 

Sinopsis de la obra:

En una antigua y acogedora casa familiar, el legado de una familia se tambalea cuando Alfredo, un hombre con oscuros intereses, reclama su parte de la propiedad tras la muerte del patriarca. Carmen, la madre, se enfrenta a la amenaza de perder la casa donde ha criado a sus hijos, mientras sus tres hijas, Ana (18 años), Lucía (45 años) y Paula (más de 55 años), intentan ayudarla a salvar lo que consideran el último bastión de sus recuerdos familiares.

A la mezcla se une Mercedes, una amiga cercana de la familia, siempre dispuesta a ofrecer consejo con calma y sabiduría. Juntas, las mujeres luchan por conservar la casa mientras navegan por malentendidos, secretos y enredos cómicos. Enrique, el abogado familiar, se convierte en una pieza clave para desarmar las manipulaciones de Alfredo.

Entre bromas, tensiones familiares y estrategias legales, la comedia de enredos pone a prueba la unidad de las mujeres, que deberán sacar a relucir su ingenio y perseverancia para proteger lo que es suyo. Con malentendidos, negociaciones tensas y un toque de humor, la obra explora los lazos familiares, el poder del pasado y la importancia de luchar por lo que uno ama.


Es una historia divertida y emocional que combina conflictos familiares, giros inesperados y situaciones cómicas, todo en torno al valor del hogar y la herencia emocional que representa.

Temas:

  • La comedia de la vida cotidiana.
  • Los malentendidos como reflejo de la comunicación fallida entre generaciones.
  • La importancia de la familia, aun cuando la convivencia se llena de confusiones y tensiones.

Escenografía:

La casa de Ana tiene un aspecto clásico, con muebles antiguos y una gran cantidad de objetos, lo que facilita que las situaciones cómicas giren en torno a la pérdida de cosas, entradas y salidas por puertas mal calculadas, y personajes escondiéndose donde menos se les espera.

Tono:

El tono es ligero, con diálogos rápidos y situaciones ridículas pero creíbles. La risa viene de las confusiones y de los personajes reaccionando de formas exageradas o ilógicas a los problemas que se presentan.


La obra juega con la dinámica de diferentes generaciones de mujeres que, aunque a menudo no se entienden entre ellas, logran resolver sus problemas a través del caos y la comedia.

 

Breve descripción de los personajes

  1. Ana (18 años):
    La hija menor, ingenua pero determinada. Aunque joven, Ana es emocionalmente fuerte y trata de mantener la paz dentro de la familia. Está atrapada en el conflicto de la casa y siente una gran presión por la situación. Su evolución es clave, ya que pasa de ser insegura a tomar decisiones con firmeza.
  2. Carmen (40 años):
    La madre, cabeza de familia. Fuerte, protectora y con un carácter decidido. Carmen ha luchado por mantener la casa y la herencia de su difunto esposo, y se enfrenta a Alfredo con determinación. A lo largo de la obra, su desafío principal es equilibrar su instinto protector con la necesidad de ser pragmática.
  3. Lucía (45 años):
    La hermana mayor, lógica y sarcástica. Siempre busca el equilibrio y tiende a ser la voz de la razón en medio de los enredos. Lucía es pragmática, y a menudo bromea para descomprimir las tensiones, aunque también tiene un lado emocional oculto que surge en los momentos más complicados.
  4. Paula (más de 55 años):
    Una amiga cercana o familiar de la familia, con espíritu juvenil y energía contagiosa. Paula es optimista y alegre, a menudo usando el humor para mantener el ánimo alto en situaciones difíciles. Su entusiasmo puede ser un poco exagerado, pero siempre busca el bienestar de los demás.
  5. Mercedes (más de 55 años):
    La más calmada y sabia del grupo. Mercedes tiene un aire de serenidad y ofrece una perspectiva madura y equilibrada. A menudo actúa como una mediadora en los conflictos, usando su experiencia para suavizar las situaciones y ofrecer soluciones sensatas.
  6. Alfredo:
    El antagonista que reclama la casa. Es astuto, seguro de sí mismo y tiene un pasado turbio lleno de negocios dudosos. Aunque su intención es clara —obtener la casa—, a lo largo de la obra su confianza se ve amenazada por los descubrimientos sobre su pasado. Alfredo es un hombre manipulador, pero finalmente cede ante la presión.
  7. Enrique (abogado de la familia):
    Un abogado serio y eficiente. Aunque no forma parte directa de la familia, su papel es crucial como mediador legal y estratega. Enrique es calmado, racional y sabe cuándo presionar y cuándo retroceder, ofreciendo siempre la mejor salida posible para la familia.

Cada personaje aporta una dinámica única a la comedia de enredos, generando situaciones divertidas, tensas y emocionales.

 

La obra transcurre principalmente en el salón de la casa familiar, un espacio central y simbólico que representa el hogar que está en juego. Esta casa ha sido construida por el difunto esposo de Carmen y es el motivo del conflicto con Alfredo, quien reclama parte de la propiedad.

El salón actúa como el epicentro de la trama, donde se desarrollan todas las interacciones entre los personajes, intensificando la tensión y la intimidad de la historia. Es un espacio lleno de recuerdos y significado emocional, lo que hace que el conflicto por la propiedad sea aún más importante para la familia. La decoración del salón refleja una mezcla entre tradición y el desgaste del tiempo, acentuando la lucha por mantener intacto el legado familiar.

Este único escenario también refuerza el formato clásico de una comedia de enredos, en la que los malentendidos y confusiones suelen ocurrir dentro de un espacio limitado, potenciando las interacciones cómicas y tensas entre los personajes.

Estructura de la obra:

Acto 1: Introducción del conflicto

  • Escena 1: Se presenta el contexto familiar. Carmen y sus hijas (Ana, Lucía, y Paula), junto con Mercedes, están en el salón de la casa. Se revela que Alfredo, un hombre con un vínculo lejano con la familia, ha reclamado su derecho a una parte de la casa tras la muerte del patriarca. El conflicto gira en torno a la posible pérdida del hogar, y la familia debate cómo enfrentarlo.
  • Escena 2: Alfredo hace su primera aparición en la casa, arrogante y confiado. Se desencadena una conversación tensa sobre los derechos legales de la propiedad. La escena finaliza con la decisión de la familia de luchar por la casa.

Acto 2: Desarrollo de los enredos

  • Escena 1: La familia comienza a explorar sus opciones legales con Enrique, su abogado. Aparecen pequeños malentendidos y tensiones internas entre las hermanas, lo que genera situaciones cómicas y confusas. Ana trata de involucrarse, pero su inexperiencia provoca más enredos.
  • Escena 2: Las negociaciones con Alfredo se complican. La familia descubre información comprometedora sobre Alfredo que podría inclinar la balanza a su favor. Sin embargo, también comienzan a aparecer nuevas tensiones dentro del grupo, ya que cada uno tiene diferentes ideas sobre cómo resolver el problema.

Acto 3: Crisis y malentendidos

  • Escena 1: Los malentendidos entre los personajes se intensifican, con situaciones de quid pro quo que generan confusión y caos. Los personajes creen estar resolviendo el conflicto, pero sus acciones acaban por enredar aún más la situación.
  • Escena 2: Alfredo empieza a dudar de su postura, mientras que Enrique y las hermanas presionan más con la información sobre su pasado. La tensión crece y parece que la situación va a explotar. Sin embargo, aún no hay una resolución clara, y todo sigue en el aire.

Acto 4: Desenlace

  • Escena 1: La familia finalmente se enfrenta a Alfredo en una reunión definitiva. Con las cartas sobre la mesa, ambos lados llegan a un acuerdo. Carmen, con el apoyo de sus hijas, toma el control de la situación y logra negociar una solución favorable.
  • Escena 2: La obra cierra con la familia celebrando su victoria, aunque no sin haber pasado por enredos, tensiones y conflictos. Los personajes se relajan y disfrutan del final de la disputa, reflexionando sobre la importancia de la unidad familiar y el hogar.

Duración y ritmo:

  • Cada acto está compuesto por dos escenas que combinan diálogos rápidos y situaciones cómicas, mezcladas con momentos de mayor tensión.
  • La obra tiene un ritmo ágil, con enredos que generan humor y complican el conflicto, pero que finalmente son resueltos de forma satisfactoria en el último acto.

Esta estructura equilibra comedia y drama, ofreciendo espacio para malentendidos cómicos, tensiones familiares, y un cierre positivo que refuerza los valores de la familia y el hogar.

 

La Casa de las Confusiones

Acto 1, Escena 1

(La escena transcurre en el salón de la casa de Ana. El mobiliario es clásico, con un sofá central, varias sillas, una mesa de café y una librería abarrotada de libros y objetos. A la izquierda del escenario, una puerta que da al exterior. A la derecha, una puerta que conduce a las habitaciones. Ana está en el centro del escenario, visiblemente nerviosa, buscando algo entre los cojines del sofá. Se oyen pasos apresurados fuera del escenario.)

Ana
(hablando para sí misma, angustiada)
¡No puede ser, no puede ser! ¡Esa joya tiene que estar aquí! (levanta un cojín) ¿Cómo puedo perder algo tan importante? (pausa) Si mamá se entera, me mata. ¡Me mata de verdad!

(Entra Lucía, su hija, despreocupada, con unos auriculares puestos y cantando en voz alta. Ana la mira desesperada.)

Lucía
(cantando)
“Y si te vas, yo también me voy, y si me das, yo también te doyyy…” (se da cuenta de que su madre la observa)
¿Qué pasa, mamá? ¿Perdiste algo otra vez?

Ana
(con sarcasmo)
No, hija, ¡qué va! Solo estoy aquí rebuscando entre los cojines por deporte.

Lucía
(se quita los auriculares)
¿De verdad perdiste algo? ¿Qué fue esta vez?

Ana
(irónica)
Oh, nada, solo el collar de la abuela. Ese que lleva generaciones en la familia, ¿sabes? El que vale más que tu coche y el mío juntos.

Lucía
(relajada)
Pff, ya aparecerá. Seguro que lo dejaste en algún cajón. Te pones muy dramática, mamá.

Ana
(dramática)
¡Dramática! ¡Claro que estoy dramática! Si no encuentro ese collar, mamá va a tener una apoplejía. Y luego yo otra. Seremos un espectáculo de madre e hija colapsando al mismo tiempo.

Lucía
(tomándolo a la ligera)
Pues vaya planazo. ¿Quieres que te ayude a buscar o me pongo a hacer palomitas para el show?

Ana
(sarcasticando)
¡Qué graciosa eres! (desesperada) ¡Ayúdame, por favor!

(En ese momento, se oye un golpe en la puerta. Ambas se giran. Entra Mercedes, la vecina entrometida, sin esperar a que la inviten. Lleva una bolsa de la compra y una expresión curiosa en el rostro.)

Mercedes
(sonriente)
¡Hola, hola! No pude evitar escuchar… ¿qué es eso de un collar perdido?

Ana
(mirando al cielo)
¿En serio? ¿En serio? (a Mercedes) ¡No, Mercedes, no he perdido nada importante, tranquila!

Mercedes
(ignorando)
Ah, ya… Ya… Bueno, sabes que yo soy muy buena encontrando cosas. El otro día, encontré las llaves del coche de Don Roberto en su propio buzón. Quién iba a pensar, ¿no? (se ríe sola)

Lucía
(con tono de burla)
Sí, Mercedes, todo el barrio sabe de tus talentos detectivescos.

Ana
(exasperada)
Gracias, Mercedes, pero de verdad no es necesario. Estoy segura de que el collar aparecerá… en algún momento… (mira nerviosa a Lucía) ¿verdad, Lucía?

Lucía
(se encoge de hombros)
Seguro.

Mercedes
(con intriga, bajando la voz)
Bueno, bueno… ¿y qué tal el hombre que vi rondando por aquí hace un rato?

Ana
(sorprendida)
¿Qué hombre?

Lucía
(riendo)
¡Ah, no, Mercedes! Ahora sí te pasaste. No hay ningún hombre aquí. Solo nosotras y los fantasmas de los collares perdidos.

Mercedes
(poniéndose seria)
¡No es broma! Lo vi claramente, rondando cerca del jardín. Era un hombre alto, con gabardina… parecía sospechoso, la verdad.

Ana
(más nerviosa aún)
¡Ay Dios mío! ¿Y si alguien se metió en la casa para robar el collar?

Lucía
(riendo)
Mamá, no exageres. Seguro que fue el jardinero o alguien de paso.

Mercedes
(con tono misterioso)
O… ¿quién sabe? A lo mejor era alguien que sabe el valor de ese collar…

(Se produce un silencio. Ana empieza a ponerse más y más nerviosa. Lucía se divierte, mientras Mercedes disfruta creando tensión.)

Ana
(corriendo hacia la puerta)
¡Voy a revisar el jardín! ¡No puedo correr riesgos! (sale apresuradamente)

(Lucía se ríe mientras Mercedes se queda de pie en medio de la sala, mirando a su alrededor con curiosidad.)

Mercedes
(sonriendo)
Bueno, ¿y qué hay de nuevo contigo, Lucía? ¿Ya terminaste el instituto o todavía estás en “modo rebelde”?

Lucía
(irónica)
En “modo rebelde”, como siempre, Mercedes. Pero tranquila, tú serás la primera en saber cuando me gradúe.

(Ana entra de nuevo apresurada, sin haber encontrado nada fuera.)

Ana
(desesperada)
¡No hay nadie! ¿Cómo es posible? Si Mercedes lo vio, ¿a dónde se fue ese hombre?

(En ese momento, suena el timbre. Ana y Lucía se miran sorprendidas. Mercedes, como siempre, con una sonrisa de triunfo.)

Mercedes
(triunfante)
¿Veis? ¡Ahí está!

(Ana corre hacia la puerta, la abre apresuradamente, pero se queda congelada al ver a Paula, su hermana, con una maleta.)

Ana
(sorprendida)
¿Paula?

Paula
(sonriente)
¡Sorpresa! He venido a quedarme unos días. ¿No es genial?

Ana
(atónita)
¡Genial…! (mirando a Lucía) Esto va de mal en peor…

 

Acto 1, Escena 2

(La escena continúa en el salón de la casa. Paula ha llegado con su maleta, mientras Ana, Lucía, y Mercedes permanecen en la sala. Ana sigue visiblemente nerviosa, pero intenta disimular su preocupación frente a su hermana.)

Ana
(sonriendo forzadamente)
¡Paula! Qué sorpresa… (pausa, mirando la maleta) ¿Pensaba que te quedabas solo unos días? Esa maleta parece para una mudanza…

Paula
(ríe)
Ay, Ana, no exageres. Solo traje lo básico, ya sabes, un par de vestidos, algunos libros, y… (bajando la voz) un modelito especial para cuando conozca a mi “Romeo”. ¡Hoy es el día!

Ana
(confundida)
¿Romeo? ¿De qué hablas?

Paula
(entusiasmada)
¡Mi novio! Hoy finalmente nos conoceremos en persona. ¡No puedo creer que después de tres meses de hablar por internet, por fin lo voy a ver cara a cara!

(Ana la mira como si hubiera escuchado mal, mientras Lucía y Mercedes se divierten con la situación.)

Ana
(sorprendida)
Espera… ¿Cómo que vas a conocerlo? ¿No lo habías visto nunca?

Paula
(felíz)
¡Exactamente! Lo conocí en una web de citas. Hemos hablado de todo, Ana. Es perfecto para mí. Hoy es nuestro gran día.

(Mercedes interrumpe, mirando con ojos entrecerrados hacia la ventana.)

Mercedes
(voz baja, intrigada)
Pues… no será el hombre que vi rondando por aquí, ¿verdad?

Lucía
(burlona)
Seguro que lo confundió con el ladrón. ¡Ya ves que aquí cada hombre que pasa por el barrio es un sospechoso!

Paula
(confundida)
¿Ladrón? ¿De qué habláis?

Ana
(nerviosa)
¡Nada! ¡Nada importante! Solo que… bueno… (mirando a Mercedes) Mercedes dice que vio a un hombre por el jardín y… bueno, con el tema del collar perdido… (trata de cambiar de tema rápidamente) Pero no importa, no es nada, seguro fue un error.

(Paula frunce el ceño, pensativa, mientras Mercedes se acerca más, interesada.)

Paula
(desconcertada)
Espera, ¿cómo que collar perdido?

Ana
(incómoda)
Ah… es solo que… bueno… (suspira) Perdí el collar de la abuela. El que mamá siempre llevaba. Y… estoy un poco nerviosa.

Paula
(exageradamente dramática)
¡¿Qué?! ¡El collar de la abuela! ¡Ana, eso es una tragedia!

Mercedes
(asintiendo vigorosamente)
Yo lo dije. Seguro ese hombre misterioso tiene algo que ver. (con aire de detective) Si me preguntas, esto es cosa de un robo.

Lucía
(sarcástica)
Claro, un ladrón que viene solo por un collar familiar y decide rondar por el jardín como si fuera su parque privado.

Paula
(con entusiasmo)
¡No, Lucía! Podría ser algo más romántico. Quizás… ¡mi Romeo vino antes de lo esperado y está preparando una sorpresa para mí! (sus ojos brillan) A lo mejor me está preparando una escena de película.

Ana
(irritada)
¡Paula! ¿Qué película ni qué nada? ¡Ese hombre ni siquiera es de fiar! ¡Lo conoces por internet!

Mercedes
(asintiendo dramáticamente)
Lo que dice Ana es cierto. Hoy en día no se sabe quién está detrás de una pantalla. Podría ser un ladrón… o algo peor.

(Paula sigue soñadora, ignorando las preocupaciones de su hermana y Mercedes.)

Paula
(susurrando para sí misma)
No, no. Mi Romeo no haría eso. Seguro me tiene una sorpresa maravillosa…

(Suena el timbre nuevamente. Paula se pone de pie de inmediato, ilusionada. Ana y Mercedes se miran con preocupación. Lucía sonríe divertida.)

Paula
(entonando dramáticamente)
¡Es él! ¡Es mi Romeo!

(Ana corre hacia la puerta, decidida a tomar control de la situación. Abre la puerta de golpe, y allí está un hombre de mediana edad, vestido con un mono de trabajo y una caja de herramientas en la mano.)

Hombre
(con calma)
Buenas tardes, soy el fontanero. Me llamaron para revisar la tubería.

(Paula se queda helada por un momento. Lucía estalla en carcajadas, mientras Ana se lleva la mano a la frente.)

Ana
(suspirando)
Por supuesto…

Mercedes
(aún más intrigada)
¿El fontanero? ¿O es solo una tapadera?

 

Acto 1, Escena 3

(La escena sigue justo después de la entrada del fontanero. Ana y Lucía están aún procesando la confusión de Paula con su “Romeo”. Paula sigue paralizada, mientras Mercedes mira al fontanero con desconfianza. El fontanero, ajeno a todo, se mantiene en la puerta con su caja de herramientas.)

Fontanero
(un poco incómodo)
Ehh… ¿Es aquí donde tienen un problema con la tubería?

Ana
(suspira, intentando recuperar la compostura)
Sí, claro. La tubería de la cocina está goteando. (señalando hacia la derecha) Por allí, al fondo.

Fontanero
(asintiendo)
Voy a echarle un vistazo.

(El fontanero camina hacia la cocina, mientras Paula sigue en shock, todavía digiriendo lo que acaba de pasar.)

Paula
(atónita, mirando hacia la cocina)
¿Ese es… mi Romeo?

Lucía
(mordiéndose los labios para no reír)
Bueno, Paula, al menos sabe arreglar tuberías. ¡Eso tiene que ser una ventaja!

Ana
(exasperada)
¡Lucía, basta! (a Paula) Paula, por favor, deja de soñar con ese hombre de internet. ¡Ni siquiera lo conoces! El fontanero es solo el fontanero, nada más.

Paula
(confundida)
Pero… pero él dijo que vendría hoy. ¿Y si se está haciendo pasar por el fontanero para sorprenderme?

Mercedes
(asintiendo, dándole cuerda a Paula)
No sería la primera vez que alguien hace algo así. ¡Lo he visto en las películas! Un hombre aparece disfrazado, actúa como alguien común y luego… ¡zas! ¡Una sorpresa romántica! Aunque, claro, también podría ser un ladrón disfrazado… uno nunca sabe.

Ana
(perdiendo la paciencia)
¡Mercedes, por favor! ¡No le metas más ideas en la cabeza!

Lucía
(con tono burlón)
Igual y el collar está escondido en alguna tubería, mamá. El fontanero seguro lo encuentra.

Paula
(mirando hacia la cocina, emocionada)
¡Lo sabía! ¡Es una sorpresa! Seguro va a salir de la cocina con flores o algo… ¡Mi Romeo es tan creativo!

Ana
(desesperada)
¡Basta ya! No es tu Romeo, es el fontanero. Y si no encuentro ese collar antes de que mamá llegue… (se lleva la mano a la cabeza) ¡Voy a perder la cabeza!

(Suena el timbre de nuevo. Todas se congelan. Ana suelta un gemido, Paula se endereza emocionada, y Mercedes agudiza la mirada como si fuera a desentrañar un misterio. Lucía sonríe, disfrutando del caos. Ana corre hacia la puerta, pero antes de que pueda abrirla, Paula se adelanta.)

Paula
(entonando dramáticamente)
¡Es él! Esta vez es él, lo sé… ¡Mi verdadero Romeo!

(Abre la puerta de golpe. Entra Carmen, la madre de Ana y Paula, de unos 60 años, con una expresión de impaciencia y una bolsa de la compra en la mano. Su mirada pasa rápidamente de Ana a Paula y luego a Mercedes con una mezcla de escepticismo.)

Carmen
(levantando una ceja)
¿Y ahora qué es todo este jaleo?

(Ana se pone pálida al ver a su madre, mientras Lucía apenas contiene la risa. Paula parece decepcionada y Mercedes trata de ponerse en el centro de la escena.)

Ana
(nerviosa)
Mamá… no esperaba que llegaras tan pronto…

Carmen
(seco)
Bueno, pensé que podía echarte una mano con el problema de la tubería. Y parece que he llegado justo a tiempo para algo más. (mirando alrededor) ¿Alguien me quiere explicar qué está pasando?

Paula
(suspirando dramáticamente)
Solo estaba esperando a mi Romeo. Pero resulta que es el fontanero… o eso dice.

Carmen
(mirando a Paula con incredulidad)
¿Romeo? ¿Fontanero? ¿Es que he entrado en un teatro o qué?

Mercedes
(aprovechando la situación)
Bueno, Carmen, es más complicado que eso. Primero, el collar de la abuela está desaparecido. Segundo, parece que hay un hombre sospechoso rondando por aquí, y tercero, puede que este fontanero no sea solo un fontanero…

(Carmen la interrumpe con un gesto brusco.)

Carmen
(seria)
Mercedes, siempre estás enredando. (a Ana) ¿Es cierto que has perdido el collar?

Ana
(bajando la cabeza, avergonzada)
Sí, mamá… no lo encuentro por ningún lado.

Carmen
(con calma)
Lo sabía.

Ana
(sorprendida)
¿Lo sabías?

Carmen
(sonriendo levemente)
Claro que lo sabía. Porque yo lo guardé.

Todas
(impactadas)
¡¿Qué?!

Carmen
(asintiendo, tranquila)
Lo guardé para que no lo perdieras. Sabía que algo así iba a pasar, como siempre, Ana. (suspirando) Pero claro, se me olvidó decírtelo…

(Ana está a punto de estallar, mientras Lucía y Mercedes se ríen abiertamente. Paula sigue en su mundo, esperando que su “Romeo” aparezca de verdad.)

Ana
(gritando)
¡Mamá! ¿Y por qué no me lo dijiste?

Carmen
(serena)
Te lo iba a decir, pero con todo este lío de las tuberías y tu hermana soñando con un “Romeo” invisible, pues se me pasó. Además, lo importante es que el collar está a salvo, ¿no?

(Ana se lleva las manos a la cabeza, mientras Carmen saca un pequeño cofre de su bolsa de compras y lo coloca en la mesa.)

Carmen
(mirando a Paula)
¿Y tú? ¿Romeo? ¿Fontanero? ¿Qué es esto, una novela barata?

Paula
(aún algo confundida)
Todavía no sé si es mi Romeo o solo el fontanero…

(Suena el timbre otra vez. Ana suspira cansada, mientras Paula se pone alerta nuevamente.)

Lucía
(burlona)
A lo mejor ahora sí es él…

(Ana abre la puerta con desconfianza. Esta vez, un hombre joven, bien vestido y con flores, está de pie en la entrada. Paula lo mira con ojos llenos de emoción. Ana, Carmen y Mercedes se quedan congeladas.)

Paula
(gritando emocionada)
¡Es él! ¡Mi Romeo!

 

Acto 2, Escena 1

(La escena se desarrolla poco después de la llegada del verdadero “Romeo” a la casa. El salón sigue siendo el centro de acción. Paula está emocionada hablando con su Romeo (que se llama Álvaro), mientras Ana, Carmen, Lucía, y Mercedes observan con expresiones diversas: Ana está agotada, Lucía se divierte con la situación, Carmen se mantiene escéptica, y Mercedes sigue desconfiada. En la cocina, el fontanero continúa su trabajo, ajeno a todo.)

Paula
(entusiasmada, a Álvaro)
¡No puedo creer que finalmente estemos aquí juntos! Después de tanto tiempo hablando por mensajes y llamadas, verte en persona es… (suspira dramáticamente) ¡Es como un sueño hecho realidad!

Álvaro
(sorprendido por el nivel de emoción, pero tratando de seguirle el ritmo)
Sí, bueno, yo también tenía muchas ganas de conocerte en persona. (mira de reojo a los demás, incómodo por las miradas) No esperaba, eh… un recibimiento tan… lleno de gente.

Lucía
(burlona)
Ah, no te preocupes, aquí somos todos familia. Y ya que estás aquí, Álvaro… (mira con picardía a Paula) ¿Sabías que Paula te confundió con el fontanero?

(Paula se sonroja, mientras Ana suelta un suspiro.)

Paula
(defendiéndose)
¡No es mi culpa! Primero pensé que era una sorpresa romántica, ya sabes, como esas escenas de las películas…

Álvaro
(confundido, intentando seguir el hilo)
¿El fontanero?

Mercedes
(asumiendo el rol de detective)
Sí, el fontanero. Un hombre misterioso que apareció justo cuando empezamos a sospechar de un ladrón que ronda la casa. No me sorprendería que estuviera relacionado con todo esto…

Álvaro
(aún más desconcertado)
¿Un ladrón?

Ana
(interrumpiendo rápidamente)
¡No es nada! ¡Solo una confusión! (a Mercedes, molesta) ¡Mercedes, por favor, deja de asustar a la gente!

Carmen
(cruzando los brazos, mirando a Álvaro con cierta sospecha)
¿Y tú, joven? ¿Qué intenciones tienes con mi hija?

(Paula mira a su madre con los ojos muy abiertos, escandalizada por la pregunta.)

Paula
(molesta)
¡Mamá, por favor! ¡No es como si Álvaro fuera un ladrón! ¡Es un caballero!

Álvaro
(incómodo, intentando calmar las aguas)
Eh… yo solo vine a conocer a Paula en persona. No tengo intenciones de robar nada, lo prometo.

Lucía
(ríe abiertamente)
Bueno, técnicamente solo robaste su corazón, ¿no?

(Paula sonríe, pero Carmen sigue con el ceño fruncido.)

Carmen
(seria)
Veremos si es verdad.

(Suena el timbre nuevamente. Ana suelta un gemido, mientras Paula corre hacia la puerta, emocionada otra vez.)

Paula
(al borde de la euforia)
¡Oh no! ¿Será otra sorpresa? ¡¿Y si Álvaro tiene competencia?!

(Abre la puerta con una sonrisa brillante, pero su expresión cambia a una mezcla de sorpresa y confusión. Entra un hombre de unos 30 años, vestido con una camisa elegante y gafas, que claramente no esperaba encontrarse en medio de semejante situación. Es Javier, un antiguo pretendiente de Ana.)

Javier
(sonriente, algo nervioso)
Hola… Ana.

(Ana queda paralizada. Paula lo mira de arriba abajo y luego a Álvaro, como si comparara a ambos hombres. Mercedes alza una ceja y Carmen observa todo con creciente suspicacia.)

Ana
(atónita)
¡¿Javier?! ¿Qué haces aquí?

Javier
(apoyándose en el marco de la puerta, con aire casual)
Pues… estaba en el barrio y pensé que podía pasar a saludarte. Ya sabes, ver cómo estabas. (mirando a los demás) Parece que llegué en un momento interesante…

Lucía
(riendo para sí misma)
Vaya, parece que alguien ha decidido hacer una reaparición justo en el momento adecuado.

Paula
(entusiasmada, murmurando a Lucía)
¡Esto está cada vez mejor! Ahora tenemos a dos galanes en la casa… ¡esto parece una telenovela!

Ana
(completamente abrumada)
Javier, este no es un buen momento. Estoy en medio de… de muchas cosas.

Javier
(asintiendo, con una sonrisa)
No te preocupes, no me quedaré mucho. Solo quería ver si, tal vez, después podríamos ir a tomar un café o… bueno, si no estás demasiado ocupada con… todo esto.

(Álvaro mira a Javier de reojo, sintiendo la tensión en el ambiente. Carmen también nota la incomodidad y decide intervenir.)

Carmen
(con tono autoritario)
Ana, ¿quién es este hombre?

Ana
(aún desconcertada)
Mamá, este es Javier, un… viejo amigo.

Paula
(con picardía)
Más que amigo, me atrevería a decir. ¿Verdad, Ana?

(Ana le lanza una mirada de advertencia a Paula, mientras Javier sonríe, claramente disfrutando de la situación.)

Álvaro
(un poco tenso, intentando ser educado)
Bueno, parece que yo no soy el único visitante sorpresa hoy.

Lucía
(sarcástica)
Así es. ¡Hoy es el día de las puertas giratorias!

Mercedes
(susurrando a Carmen)
Este Javier no me da buena espina. Aparecer así, sin aviso… Algo trama.

Carmen
(asintiendo, pensativa)
Estoy de acuerdo. No me fío de los hombres que aparecen cuando menos te lo esperas.

(Paula vuelve a ponerse entre Álvaro y Javier, como si se deleitara con la idea de tener dos “rivales” en la misma sala.)

Paula
(drama fingido)
¡Dos caballeros, ambos aquí por amor! Esto es tan romántico…

Ana
(agobiada)
¡Paula, basta! Esto no es una telenovela.

Carmen
(con un gesto decidido)
Bueno, Ana, este Javier vino a verte. Yo digo que lo invites a quedarse. Seguro tiene algo importante que decirte. (a Javier, con una sonrisa forzada) ¿No es así?

Javier
(sin perder la sonrisa)
No quiero molestar. Solo quería ver cómo estabas, pero si… si quieres hablar luego, estaré cerca.

Ana
(exasperada)
¡Javier! Este no es el momento…

(Suena un estruendo desde la cocina. Todos se giran rápidamente hacia el sonido. El fontanero aparece en la puerta de la cocina, limpiándose las manos con un trapo.)

Fontanero
(imperturbable)
Ya arreglé la tubería. Era solo un atasco. Todo listo.

(Mercedes lo mira fijamente, aún sin estar del todo convencida de que solo sea un fontanero.)

Mercedes
(susurrando dramáticamente a Lucía)
Qué conveniente que justo ahora “termine” su trabajo… Como si no hubiera querido escuchar todo esto.

Lucía
(con una sonrisa)
¿Tú crees que el fontanero también está aquí por Ana? Porque eso ya sería el colmo.

Carmen
(satisfecha con la resolución de la tubería)
Gracias, joven. (mirando a Álvaro y Javier con desconfianza) Quizá el fontanero sea el único hombre decente en esta casa.

(Ana suelta un suspiro de alivio. Parece que, al menos por el momento, la situación está controlada, pero las miradas entre Álvaro y Javier dejan claro que los malentendidos aún no han terminado.)

 

Acto 2, Escena 2

(La escena comienza en el salón, donde todos se han quedado en un incómodo silencio tras el comentario final de Carmen. Álvaro y Javier se lanzan miradas discretas pero tensas, mientras Paula se mantiene en una burbuja de romanticismo. Ana está claramente abrumada, intentando mantener el control. Lucía y Mercedes observan desde la “tribuna”, disfrutando del caos a su manera. El fontanero ha salido de la escena.)

Carmen
(mirando a Ana, con seriedad)
Bueno, hija, ya que estás tan ocupada, ¿por qué no le pides a alguno de estos dos caballeros que te ayude con algo útil? Porque estar ahí de pie mirándose no resuelve nada.

(Álvaro se endereza, dispuesto a intervenir.)

Álvaro
(con amabilidad)
Por supuesto, señora. Si hay algo que pueda hacer para ayudar, estaré encantado.

(Javier sonríe, no queriendo quedarse atrás.)

Javier
(relajado)
Lo mismo digo. Siempre estoy disponible para Ana, ya sabes.

(Ana mira a ambos, claramente atrapada entre la confusión.)

Ana
(exasperada)
No necesito ayuda, gracias. ¡Lo que necesito es un poco de paz y claridad! Entre la tubería, el collar, y… (mirando a los dos hombres) ¡esto, no sé ni por dónde empezar!

Paula
(interviniendo, con tono soñador)
Yo diría que es el momento perfecto para tomar una decisión. ¡Ana, tienes a dos caballeros aquí dispuestos a hacer lo que sea por ti! ¡No dejes pasar esta oportunidad!

(Ana le lanza una mirada fulminante a Paula.)

Ana
(impaciente)
¡Paula, por favor! Esto no es una telenovela ni un concurso de pretendientes.

Lucía
(con sarcasmo)
Bueno, para ser justas, se parece bastante a uno…

(Mercedes asiente, disfrutando de la situación.)

Mercedes
(asintiendo dramáticamente)
Y no hay que subestimar el poder de un enredo amoroso. Es el tipo de caos que hace falta para romper la monotonía.

Carmen
(cruzando los brazos)
¿Monotonía? ¡Lo único que estoy viendo aquí es puro desorden! (mirando a Ana con desaprobación) Ana, querida, ¿cómo llegaste a meterte en esta situación?

Álvaro
(interviniendo con un tono conciliador)
Señora, créame, no quiero causar problemas. Solo vine para conocer mejor a Paula y… bueno, parece que el momento ha sido un poco complicado.

Javier
(interrumpiendo con una sonrisa relajada)
Sí, justo eso. No vine para causar problemas, solo pensé que sería agradable ver a Ana después de tanto tiempo. Quizás sea casualidad, pero estoy aquí para lo que necesite.

(Ana se pasa la mano por la frente, claramente abrumada. Lucía aprovecha el momento para intervenir con más humor.)

Lucía
(riendo)
La verdad es que nunca había visto una competencia tan intensa por una taza de café.

Mercedes
(suspirando, teatral)
Ah, Lucía, en la vida, los verdaderos caballeros luchan no solo por un café, sino por el honor… y el corazón de una dama.

(Paula asiente efusivamente, tomando la mano de Mercedes.)

Paula
(encantada)
¡Exactamente! ¡El honor y el corazón! Ana, debes decidir quién ganará esta batalla por tu atención.

(Ana lanza un suspiro profundo, claramente agotada.)

Ana
(perdiendo la paciencia)
¡No hay batalla! No hay competencia, no hay romance, y lo único que necesito es que esto termine. (mirando a Álvaro y Javier) Por favor, los dos, no hay nada que decidir. No necesito ayuda y no necesito que hagan… lo que sea que estén intentando hacer.

(Álvaro parece algo decepcionado, mientras Javier levanta las manos en un gesto conciliador.)

Javier
(con suavidad)
Tranquila, Ana. Solo intentaba pasar un buen rato contigo. No hay prisa.

Álvaro
(asintiendo)
Claro, si prefieres que me vaya, lo entenderé perfectamente. No quiero incomodar a nadie.

(Carmen interviene, claramente insatisfecha con la indecisión de su hija.)

Carmen
(firme)
Ana, querida, a veces hay que tomar decisiones. No puedes dejar que las cosas se acumulen así. Te recomiendo que pienses bien lo que quieres.

(Ana se lleva las manos a la cabeza, sin saber qué hacer. Lucía sonríe, disfrutando del caos.)

Lucía
(suave, pero burlona)
Ah, el drama de la vida cotidiana… nunca decepciona.

(Suena el timbre una vez más, interrumpiendo la conversación. Ana suspira con cansancio, mientras Paula se pone alerta, una vez más emocionada.)

Paula
(susurrando emocionada)
¡Tal vez sea otra sorpresa!

Ana
(agotada)
Por favor, que no sea otra sorpresa…

(Mercedes mira hacia la puerta con sospecha.)

Mercedes
(suspirando dramáticamente)
No puede ser una coincidencia que tengamos tantas visitas inesperadas en un solo día. Algo raro está pasando.

(Lucía se acerca lentamente a la puerta, disfrutando de la intriga. Abre la puerta y entra un hombre mayor, de unos 60 años, con una expresión seria y traje formal. Es Enrique, el abogado de la familia.)

Enrique
(firme)
Buenas tardes. Lamento interrumpir, pero necesitaba hablar con Carmen con urgencia.

(Carmen se tensa de inmediato al ver a Enrique, mientras Ana se sorprende.)

Ana
(confundida)
¿El abogado? ¿Qué está pasando ahora?

Carmen
(seriamente)
Enrique, ¿qué haces aquí? No habíamos quedado en vernos hoy.

Enrique
(asintiendo, grave)
Lo sé, pero hay un asunto importante que no podía esperar. Necesito hablar contigo en privado.

(El ambiente en la sala se vuelve tenso. Paula, Lucía, y Mercedes intercambian miradas curiosas, mientras Álvaro y Javier observan en silencio, sin saber muy bien cómo actuar. Carmen asiente lentamente, sabiendo que la situación es delicada.)

Carmen
(con firmeza)
Está bien. Vamos a mi despacho.

(Enrique asiente y ambos se dirigen al despacho de Carmen, dejando a los demás con un aire de expectación y curiosidad.)

Mercedes
(susurrando a Lucía)
Esto se está poniendo interesante…

Lucía
(asintiendo)
Demasiado interesante, diría yo.

 

Acto 2, Escena 3

(El salón se queda en silencio tras la partida de Carmen y Enrique hacia el despacho. Ana parece más abrumada que nunca. Paula sigue soñando con su fantasía romántica, mientras Lucía y Mercedes están intrigadas por la situación legal que ha aparecido. Álvaro y Javier intercambian miradas incómodas, pero ninguno quiere irse aún.)

Lucía
(rompiendo el silencio, con tono juguetón)
Bueno, bueno… esto se está volviendo cada vez más interesante. Abogados, pretendientes… Solo faltan los detectives para resolver el misterio.

Mercedes
(asintiendo, en su tono serio)
No me sorprendería que haya más sorpresas guardadas bajo la manga. Enrique nunca aparece sin una razón importante.

Ana
(suspirando, estresada)
¿Podríamos dejar de especular por un momento? Ya tengo suficiente caos con todo esto sin necesidad de… (mirando a Paula) fantasías innecesarias.

Paula
(soltando una risita)
Oh, vamos, Ana. Todo esto está lleno de emoción. Entre tus dos caballeros y ahora el abogado misterioso, ¡tu vida es más interesante que cualquier novela! (sonríe, soñadora) ¿Quién sabe? Quizás Enrique también sea parte de tu enredo romántico.

(Álvaro y Javier miran con cierta incomodidad, intentando entender la situación, pero antes de que puedan intervenir, se escucha un fuerte golpe desde el despacho de Carmen.)

Ana
(alarmada)
¿Qué fue eso?

(Lucía y Mercedes se incorporan, tensas. Álvaro da un paso hacia la puerta del despacho, mientras Javier frunce el ceño, tratando de mantenerse calmado.)

Álvaro
(preocupado)
Tal vez deberíamos revisar…

Mercedes
(levantándose rápidamente)
Espera, no sabemos qué está pasando ahí dentro. Podría ser algo importante… algo delicado.

Lucía
(burlona, pero inquieta)
O podría ser que alguien tiró un vaso, Mercedes. No hagamos una montaña de un grano de arena.

Ana
(más nerviosa)
No… Lucía tiene razón. No podemos asumir lo peor. Quizás solo fue un accidente.

(Javier asiente lentamente, pero su mirada se queda fija en la puerta del despacho, claramente preocupado.)

Javier
(en voz baja)
Aun así, parece que algo importante está pasando. No deberíamos ignorarlo.

(Suena el teléfono de la casa. Ana se sobresalta y corre hacia el aparato. Lo toma rápidamente, mirando a los demás con ansiedad.)

Ana
(voz nerviosa)
¿Diga?… ¿Hola?

(Del otro lado de la línea, hay una voz masculina, pero apenas se entiende entre la estática. Ana frunce el ceño, intentando captar el mensaje.)

Ana
(frustrada)
No puedo oírte bien… ¿Quién es? ¿Qué dices?

(La estática aumenta y, de repente, la línea se corta. Ana cuelga el teléfono, desconcertada, mientras los demás la observan.)

Lucía
(bromeando, pero con un toque de preocupación)
Perfecto. Un teléfono que falla justo cuando las cosas se ponen más raras. Esto ya parece una película de misterio de los 80.

Mercedes
(mirando a Ana)
¿Quién era?

Ana
(suspira)
No lo sé. Apenas pude entender algo. Parecía un hombre, pero la estática no me dejó escuchar.

(Paula sonríe, emocionada.)

Paula
(con tono juguetón)
¡Quizá era otro pretendiente! ¡O tal vez el ladrón misterioso llamando para hacer una amenaza!

(Ana la mira con exasperación, sin paciencia para sus fantasías.)

Ana
(molesta)
Paula, basta con las bromas. Esto ya está siendo demasiado para mí.

(Suena un estruendo en el despacho, más fuerte esta vez. Todos en la sala se quedan congelados, mirándose entre sí. Álvaro da un paso decidido hacia la puerta.)

Álvaro
(resuelto)
Voy a ver qué está pasando. Esto ya no parece un simple accidente.

(Javier asiente, poniéndose de pie para acompañarlo.)

Javier
(con firmeza)
Voy contigo. No es buena idea que vayas solo.

(Mercedes y Lucía observan expectantes, mientras Ana parece cada vez más angustiada. Paula, en cambio, sigue encantada con el drama.)

Paula
(susurrando a Lucía)
Esto se está poniendo tan emocionante… Parece una escena de esas películas en las que todo se revela en el momento más inesperado.

Lucía
(sarcástica)
Sí, claro. Porque siempre es emocionante cuando las cosas salen mal.

(Álvaro y Javier llegan a la puerta del despacho y tocan suavemente, esperando alguna respuesta. Después de unos segundos, Carmen abre la puerta, con el rostro serio y pálido. Detrás de ella, Enrique permanece de pie, también con expresión grave. Ana se levanta de inmediato.)

Ana
(preocupada)
Mamá, ¿qué está pasando?

(Carmen mira a su hija, vacilando antes de hablar. El salón se llena de un incómodo silencio, todos esperando alguna explicación.)

Carmen
(finalmente, con voz tensa)
Tenemos un problema… algo más complicado de lo que esperaba.

(Enrique da un paso al frente, tomando la palabra con un tono solemne.)

Enrique
(serio)
Lamento mucho tener que interrumpir de esta manera, pero hay una situación legal urgente que necesita la atención de todos. Se trata de la propiedad de la casa.

(Todos en la sala se quedan en silencio absoluto. Ana lo mira, atónita.)

Ana
(sorprendida)
¿La propiedad? ¿Qué quieres decir?

Enrique
(solemne)
Hay un conflicto con el testamento de tu padre. Al parecer, un documento reciente ha salido a la luz, y eso pone en duda la titularidad de la casa.

(Carmen baja la mirada, mientras Ana intenta procesar la información. Paula y Lucía se miran entre sí, impactadas por el giro dramático. Mercedes se cruza de brazos, claramente más interesada que nunca en el asunto.)

Mercedes
(suspirando)
Sabía que había más en todo esto. No me sorprende que las cosas no fueran tan simples.

Ana
(confundida)
¿Un testamento reciente? Pero… eso no tiene sentido. Papá dejó todo bien claro antes de fallecer.

(Enrique asiente, pero su rostro se mantiene grave.)

Enrique
(serio)
Eso pensábamos todos. Pero este nuevo documento cambia las cosas. Debemos investigarlo a fondo.

Álvaro y Javier se mantienen en silencio, comprendiendo que este problema es mucho más grave que el simple enredo amoroso en el que se encontraban. Ana se lleva las manos a la cabeza, abrumada por la nueva información.)

Ana
(derrotada)
No puedo creer que esto esté pasando…

Paula
(con tono dramático, susurrando a Lucía)
Este es el clímax de la historia, lo sé… ¡El momento en que todo cambia!

Lucía
(rodando los ojos)
Sí, si esto fuera una novela. Pero es la vida real, Paula. Y aquí las cosas suelen salir mal antes de mejorar.

 

Acto 3, Escena 1

(El salón está en silencio tras la revelación de Enrique sobre el testamento. Carmen está sentada en el sofá, mirando al suelo con expresión abatida. Ana está de pie, cruzada de brazos, con una mezcla de incredulidad y angustia. Paula, Lucía y Mercedes están agrupadas en un rincón, observando la escena como si fuera un espectáculo. Álvaro y Javier se han quedado en el fondo, ya fuera de lugar, pero conscientes de la gravedad del momento.)

Ana
(más calmada, pero aún en shock)
Entonces, ¿qué significa esto, Enrique? ¿Estamos hablando de perder la casa?

Enrique
(serio)
No quiero alarmarte sin necesidad, Ana, pero el nuevo documento cambia las condiciones del testamento original. El contenido es ambiguo y deja abierta la posibilidad de que otra parte reclame derechos sobre la propiedad. Tendremos que ir a juicio para aclararlo.

Carmen
(con la voz apagada)
Yo… no entiendo cómo pudo suceder esto. Tu padre lo dejó todo claro… o al menos eso pensábamos.

Ana
(exasperada)
¿Y quién es esa “otra parte”? ¿Quién podría reclamar algo que ha sido de nuestra familia durante décadas?

Enrique
(mirando a Carmen con un gesto significativo)
Es una persona que tu padre mencionó en sus últimos días, pero no creímos que fuera algo serio. Un viejo amigo de la familia que apareció poco antes de su fallecimiento… Alfredo Cordero.

(Carmen levanta la cabeza de golpe, visiblemente afectada al oír el nombre. Ana frunce el ceño, tratando de recordar.)

Ana
(confundida)
¿Alfredo Cordero? ¿Quién es ese?

Carmen
(con voz tensa)
Un… amigo de tu padre de la juventud. No habíamos oído de él en muchos años hasta que reapareció de repente. Yo no le di mucha importancia, pensé que era solo una visita nostálgica.

Lucía
(susurrando a Mercedes)
Siempre hay un “viejo amigo” en estas historias… ¡esto es de película!

Mercedes
(asintiendo con gravedad)
Y ese tipo de personajes nunca traen buenas noticias.

Álvaro
(interviniendo con cautela)
Perdón si me meto en algo que no me concierne, pero si ese Alfredo está reclamando la casa, ¿tiene algún derecho real sobre ella?

Enrique
(mirándolo con seriedad)
El documento que presentó sugiere que, de alguna manera, contribuyó financieramente en su adquisición. Si eso se demuestra en el tribunal, podría complicarse la situación.

Javier
(mirando a Ana con simpatía)
Esto suena a un problema legal muy grande. ¿No hay manera de llegar a un acuerdo antes de ir a juicio?

Carmen
(más firme, casi indignada)
¿Un acuerdo? ¿Con Alfredo? Nunca. Esa casa es nuestra. No hay nada que negociar.

(Ana camina de un lado a otro, intentando asimilar toda la información. Paula, que ha estado callada hasta ahora, de repente da un paso adelante, visiblemente emocionada por la situación.)

Paula
(soñadora)
¡Esto es como una novela de suspense! Una casa en peligro, un viejo amigo que vuelve para reclamar lo suyo… ¡Es el clímax perfecto! (mirando a Ana) Pero no te preocupes, Ana. En estas historias, la protagonista siempre gana al final.

Ana
(agotada)
Paula, por favor, no necesito tus fantasías ahora mismo.

Lucía
(con una sonrisa)
¿Fantasías? ¡Paula tiene razón! Solo falta el giro inesperado donde aparece un testigo misterioso o se descubre un documento oculto que lo resuelve todo.

(Mercedes sonríe con ironía.)

Mercedes
(suave)
O quizás el giro sea que perdemos la casa y todos terminamos viviendo en un pequeño apartamento en las afueras… muy a lo “comedia de enredos”.

Álvaro
(serio, mirando a Ana)
Sea como sea, Ana, no te preocupes. Estoy seguro de que encontrarán una solución. Y si necesitas ayuda para lo que sea, aquí estoy.

Javier
(asintiendo)
Igual de mi parte. No estás sola en esto.

(Ana les lanza una mirada agradecida, aunque está demasiado abrumada para responder. Carmen se pone de pie de repente, recuperando algo de su fuerza habitual.)

Carmen
(determinada)
Esto no se queda así. Enrique, vamos a hacer todo lo necesario para que Alfredo Cordero no ponga un pie en esta casa. Es nuestra y no voy a permitir que nos la quite.

(Enrique asiente, con un aire de profesionalismo.)

Enrique
(asertivo)
Trabajaré en el caso sin descanso, Carmen. Lo resolveremos.

Ana
(con algo de esperanza)
Eso espero. No podemos perder esta casa.

(En ese momento, el timbre suena una vez más, interrumpiendo la conversación. Todos se giran hacia la puerta. Lucía sonríe, claramente intrigada por la situación.)

Lucía
(burlona)
Bueno, parece que el show no ha terminado.

(Mercedes cruza los brazos, esperando lo que venga.)

Mercedes
(irónica)
Ya he perdido la cuenta de cuántas veces ha sonado el timbre hoy. ¿Quién será ahora? ¿Otro viejo amigo reclamando algo?

(Álvaro se ofrece a abrir la puerta, y cuando lo hace, todos se quedan sorprendidos al ver entrar a un hombre alto, con aire autoritario y un maletín en la mano. Es Alfredo Cordero.)

Alfredo
(con una sonrisa fría)
Buenas tardes. Me temo que llego en mal momento, pero tenemos algo importante que discutir.

(El salón entero queda en silencio, mientras Alfredo avanza con seguridad hacia el centro de la sala. Carmen se tensa visiblemente, mientras Ana lo observa con incredulidad.)

Ana
(en voz baja)
Tú debes ser Alfredo…

 

Acto 3, Escena 2

(Alfredo Cordero está de pie en el centro de la sala, su presencia ha cambiado por completo el ambiente. Carmen lo mira con frialdad, mientras Ana y los demás observan en silencio, intentando asimilar la situación. Enrique se mueve hacia Alfredo con actitud profesional, pero claramente tenso. Paula parece fascinada por la llegada de un nuevo “personaje” a la escena, mientras Lucía y Mercedes intercambian miradas suspicaces.)

Alfredo
(sonriendo levemente, con un tono cordial pero gélido)
Siento mucho irrumpir de esta manera, pero parece que el destino nos ha reunido para resolver un asunto pendiente. ¿Carmen? (la mira con una inclinación de cabeza) Han pasado muchos años.

Carmen
(fríamente)
No los suficientes, Alfredo.

(Alfredo suelta una pequeña risa, aparentemente inmune a la hostilidad de Carmen.)

Alfredo
(suavemente)
Siempre con la misma franqueza. Eso es algo que siempre admiré de ti.

(Ana da un paso adelante, interrumpiendo la conversación con tono directo.)

Ana
(seria)
¿Así que eres tú quien está reclamando nuestra casa? No entiendo qué derecho crees tener sobre ella. Mi padre nunca mencionó nada sobre ti.

Alfredo
(mirando a Ana con interés, pero manteniendo su tono afable)
Ah, tú debes ser Ana. No te culpo por estar confundida. Tu padre y yo éramos muy cercanos en nuestra juventud, pero la vida nos llevó por caminos diferentes… hasta ahora.

(Carmen cruza los brazos, claramente molesta.)

Carmen
(sarcastica)
“Cercanos”. Esa es una forma de decirlo.

Alfredo
(ignorando el comentario)
Tu padre y yo hicimos algunos acuerdos en aquellos días, acuerdos que, lamentablemente, no se reflejaron del todo en su testamento. El documento que presenté aclara esos compromisos.

Paula
(entrando en la conversación, emocionada)
¡Esto es tan intrigante! Un amigo de la juventud, secretos del pasado… ¡es como una novela! Pero, espera… (mirándolo con una mezcla de interés y sospecha) ¿Por qué reclamas la casa justo ahora?

(Lucía y Mercedes parecen sorprendidas por la intervención directa de Paula, pero Alfredo la mira con curiosidad.)

Alfredo
(medio sonriendo)
Una excelente pregunta. La respuesta es simple: el momento adecuado. Hasta hace poco no tenía acceso a ciertos documentos que validan mi participación en la compra de esta propiedad. Todo se trata de tiempo.

Carmen
(sarcástica)
¿Tiempo o conveniencia, Alfredo?

(Enrique decide intervenir, con el rostro neutral pero firme.)

Enrique
(profesional)
Lo que importa aquí es que la reclamación de Alfredo será revisada en el tribunal. Tenemos razones para dudar de la validez de ese documento, y lucharemos por esta casa.

Alfredo
(asintiendo, como si lo esperara)
Por supuesto. No esperaría menos. (sonriendo) Pero he venido aquí hoy no solo para hablar de la casa. También quería ofrecer una solución… amistosa.

Ana
(confundida)
¿Una solución amistosa? ¿Después de todo esto?

(Carmen lo mira con desconfianza, pero Alfredo se vuelve hacia Ana, manteniendo su sonrisa.)

Alfredo
(suavemente)
Sí. No tengo intención de hacer de esto una guerra, Ana. Entiendo el valor sentimental que esta casa tiene para tu familia. Por eso estoy dispuesto a llegar a un acuerdo. Podríamos dividir los derechos sobre la propiedad, encontrar una manera de coexistir… sin conflicto.

Carmen
(levantando la voz, furiosa)
¡¿Coexistir?! ¡Estás loco si crees que voy a compartir mi casa contigo!

(Ana se tensa, mientras la tensión en el aire se siente palpable. Mercedes cruza los brazos, claramente interesada en la propuesta, pero también escéptica.)

Mercedes
(calma pero directa)
Y si se llegara a un acuerdo… ¿qué propondrías exactamente?

Alfredo
(calmado, como si hubiera esperado esa pregunta)
Podría aceptar una compensación económica por mis derechos, o si prefieren, podemos hacer un acuerdo de usufructo. Yo tendría acceso a una parte de la propiedad, sin interferir en su vida diaria. Sería un arreglo civilizado.

Lucía
(burlona)
¡Oh claro, muy civilizado! Nada como compartir tu casa con un desconocido que aparece después de décadas. Suena perfecto.

(Ana se queda mirando a Alfredo, indecisa. Sabe que su madre nunca aceptará, pero una parte de ella está cansada del conflicto y busca una solución rápida.)

Ana
(dudando)
No sé… tendría que hablarlo con mi madre.

Carmen
(cortante)
No hay nada que hablar. Este hombre no va a poner un pie más en esta casa. Ya basta.

(Alfredo suspira, resignado, pero mantiene la calma. Claramente, no esperaba que la negociación fuera fácil.)

Alfredo
(suavemente)
Entiendo tu postura, Carmen. Pero te recomiendo que pienses en lo que está en juego. Este litigio podría durar años, y será costoso para todos. No quiero que esto termine mal, pero estoy preparado para seguir adelante si es necesario.

(Paula mira a Alfredo con admiración, como si estuviera viendo a un villano carismático en una película.)

Paula
(sonriendo)
¡Es como un duelo de titanes! (mirando a Lucía) ¿No lo ves? Esta es la parte en la que el villano revela su verdadero poder, y la heroína debe tomar una decisión imposible.

Lucía
(sarcástica)
Sí, o en la que todos acabamos en la ruina porque nadie quiere ceder.

Enrique
(firme)
Sea como sea, Alfredo, te aseguro que no vamos a ceder fácilmente. Defendemos el testamento original, y confiamos en que la justicia prevalecerá.

Alfredo
(sonriendo, casi con admiración)
Me encanta tu determinación, Enrique. Pero al final, esto no es una cuestión de quién tiene razón, sino de quién tiene más paciencia. Y créeme… tengo toda la paciencia del mundo.

(Carmen aprieta los labios, luchando por contener su ira. Ana, claramente dividida, no sabe qué hacer. Álvaro y Javier intercambian miradas, sintiéndose aún más fuera de lugar, pero decididos a apoyar a Ana.)

Álvaro
(con suavidad)
Ana, sea lo que sea, vamos a encontrar una solución. No estás sola en esto.

Javier
(asintiendo)
Sí, estamos aquí para lo que necesites.

(Ana les lanza una pequeña sonrisa agradecida, pero está claro que el conflicto no está ni cerca de resolverse. Alfredo se acomoda el maletín y se prepara para salir, pero antes de irse, lanza una última mirada hacia Carmen.)

Alfredo
(calmado)
Piénsalo, Carmen. No quiero ser tu enemigo. Pero tampoco me voy a ir sin lo que me corresponde.

(Alfredo se gira y sale del salón. Todos se quedan en silencio, procesando lo que acaba de ocurrir. Carmen parece más furiosa que nunca, mientras Ana lucha por mantener la calma. Paula se sienta, emocionada por el drama, mientras Lucía y Mercedes observan, claramente intrigadas por lo que viene.)

 

Acto 3, Escena 3

(El salón sigue en silencio tras la salida de Alfredo. Carmen está de pie, claramente intentando contener su furia, mientras Ana se ve atrapada entre la incertidumbre y la desesperación. Enrique comienza a revisar algunos documentos en su maletín, tratando de enfocarse en el aspecto legal de la situación. Paula, Lucía y Mercedes se han sentado en el sofá, expectantes ante lo que sigue, mientras Álvaro y Javier intentan mantenerse discretos.)

Ana
(susurrando, casi para sí misma)
No puede ser… No entiendo cómo esto se ha complicado tanto. Primero lo del testamento y ahora este tipo…

Carmen
(interrumpiéndola, con voz firme)
No hay nada que entender, Ana. Ese hombre siempre fue un oportunista. No vamos a ceder ante sus demandas. (volviéndose hacia Enrique) Enrique, quiero que hagas todo lo posible para destrozar ese documento. Esto no es solo una cuestión legal, es personal.

Enrique
(sin levantar la mirada de los papeles)
Lo entiendo, Carmen. Estamos revisando todas las posibilidades. El problema es que el documento de Alfredo tiene algunos elementos que, si no podemos refutar con pruebas claras, podrían inclinar la balanza en su favor.

Ana
(más alterada)
¿Pruebas claras? ¿Cómo vamos a encontrar pruebas después de tantos años? Si ni siquiera sabíamos que este hombre existía…

Paula
(entusiasmada)
¡Eso es lo mejor de todo! Cuando parece que todo está perdido, es cuando la gran revelación ocurre. Ya sabes, el testigo inesperado, o un diario antiguo que aparece de repente en el desván.

Lucía
(burlándose)
Paula, esto no es una de tus novelas. Aquí no hay giros mágicos que nos salven al final.

Mercedes
(interviniendo)
Aunque no nos vendría mal uno ahora. No sé si Carmen lo admitiría, pero estamos en una posición delicada.

Carmen
(mirando a Mercedes con severidad)
¡No admitas la derrota antes de luchar! Este hombre no va a ganar. Lo que pasa es que no estamos viendo todo lo que él está ocultando. Seguro que hay algo sucio en esa reclamación.

Álvaro
(suavemente)
Si Alfredo ha estado ausente todos estos años y ahora reaparece reclamando algo, debe tener algún motivo. Quizá podríamos investigar más sobre él, su vida, sus conexiones… podríamos descubrir algo que debilite su caso.

(Javier asiente, alentando la idea.)

Javier
(sugiriendo)
Eso podría ser útil. Hay que conocer a tu enemigo, ¿no? Tal vez haya más en su historia de lo que parece.

Enrique
(reflexionando)
No es mala idea. Si logramos encontrar algo que desacredite su demanda, podríamos presionar para que retire el caso o al menos llegar a una mejor posición en la negociación.

Ana
(con un hilo de esperanza)
¿Entonces podríamos investigar sobre él? ¿Saber más de su pasado?

Enrique
(asintiendo)
Sí, pero será un proceso largo. Tendremos que contratar a un investigador privado o buscar en archivos históricos. Todo dependerá de lo que podamos encontrar.

Paula
(levantando la mano como si estuviera en clase)
¡Yo puedo ayudar! Soy muy buena buscando información en internet. Además, siempre he querido ser una detective aficionada.

Lucía
(rodando los ojos)
Sí, seguro que “San Google” nos va a salvar de un pleito multimillonario.

Carmen
(ignorando a Paula, con una mirada decidida)
Haz lo que sea necesario, Enrique. No podemos permitirnos perder esta casa. No voy a dejar que Alfredo nos quite lo que nos pertenece.

(Ana mira a su madre con preocupación, pero también con una mezcla de cansancio. Es obvio que quiere que todo se resuelva de la manera más rápida y menos dolorosa posible.)

Ana
(suspirando)
Lo que más me duele es que esto está dividiendo a la familia. Todo lo que papá quiso construir está en riesgo.

Carmen
(firme)
Tu padre no querría que nos rindiéramos, Ana. Luchamos por lo que es nuestro, y eso es lo que vamos a hacer.

Mercedes
(suave, pero directa)
Pero a veces la lucha también puede destruirnos, Carmen. Solo digo que quizás deberíamos considerar todas las opciones antes de entrar en una batalla sin fin.

(Carmen se mantiene en silencio unos segundos, pero luego sacude la cabeza con decisión.)

Carmen
(con dureza)
No hay más opciones. O ganamos o perdemos.

(El ambiente se carga de tensión. Enrique se levanta y guarda los papeles en su maletín.)

Enrique
(de pie)
Voy a hacer todo lo posible, Carmen. Mañana empezaré las investigaciones sobre Alfredo y contactaremos con un detective privado. No prometo resultados rápidos, pero sí haremos lo que esté en nuestras manos.

Carmen
(asintiendo)
Eso es lo que quiero oír.

(Ana parece perdida en sus pensamientos, mientras Paula sigue con la emoción de una posible investigación.)

Paula
(entusiasta)
Podríamos armar una especie de “equipo de investigación”. Ya sabes, ir todos juntos tras las pistas. ¡Esto podría ser muy divertido!

Lucía
(sonriendo)
Claro, Paula, porque no hay nada más divertido que una crisis familiar.

Mercedes
(medita en voz baja)
Quizá no sea tan mala idea… después de todo, entre todos podríamos descubrir algo que marque la diferencia.

(La escena termina con todos en silencio, sabiendo que el camino hacia adelante será largo y complicado. La amenaza de perder la casa sigue latente, pero con la determinación de Carmen y la propuesta de investigar a Alfredo, una pequeña chispa de esperanza aparece en el horizonte.)

 

Acto 4, Escena 1

(La escena comienza en el mismo salón, pero el ambiente es más tenso que nunca. Ana y Carmen están sentadas en el sofá. Enrique acaba de llegar, cargando un sobre con documentos. Paula, Lucía, y Mercedes están alrededor, en actitud expectante. La investigación sobre Alfredo ha comenzado, y todos esperan resultados.)

Enrique
(entrando, serio)
Bien, tengo algunas novedades sobre Alfredo. No son lo que esperaba, pero podrían ser útiles.

(Carmen se inclina hacia adelante, visiblemente ansiosa por escuchar las noticias.)

Carmen
(apresuradamente)
¿Qué descubriste? ¿Hay algo que podamos usar en su contra?

Enrique
(colocando el sobre sobre la mesa)
Hemos descubierto algunos aspectos de su vida que podrían ser de interés. Pero antes de entrar en detalles, debo advertirles: lo que descubrimos no necesariamente garantiza que podamos detener su reclamación.

Ana
(incómoda)
¿Eso significa que todavía tiene una buena posibilidad de ganar?

Enrique
(suspirando)
No podemos subestimarlo. Pero, al mismo tiempo, parece que Alfredo ha estado envuelto en varios negocios dudosos a lo largo de los años. Fue socio en algunas empresas que terminaron quebrando, y ha sido acusado de fraude en un par de ocasiones, aunque nunca fue formalmente condenado.

Paula
(impresionada)
¡Vaya! ¡Es como un villano de película! Un hombre misterioso con un pasado turbio…

Lucía
(rodando los ojos)
Paula, no todo tiene que ser un guion de cine. Estamos hablando de la casa de Ana, no de tu próxima serie.

Carmen
(con severidad)
Esto es justo lo que necesitamos. Si logramos sacar a la luz esos fraudes, podríamos manchar su reputación. Nadie confiará en su palabra.

Enrique
(cauteloso)
Puede ser una estrategia, pero hay que tener cuidado. Él nunca fue condenado, y eso le da un margen de maniobra. Sin pruebas concretas, solo tenemos rumores y acusaciones pasadas.

Mercedes
(reflexionando)
Pero si podemos asociarlo con su demanda, tal vez podríamos influir en el juicio. Quizás el juez considere su historial dudoso.

Ana
(dudando)
No sé… ¿Y si esto solo nos mete en más problemas? Tal vez deberíamos pensar en otra salida… algo que no sea pelear por años.

Carmen
(firme)
No, Ana. No podemos dejar que ese hombre nos arrebate todo. Esta es nuestra casa, tu casa. La construimos con tu padre. No voy a permitir que la destruya.

Paula
(entusiasmada)
¿Y si conseguimos más pruebas? Podemos seguir investigando, descubrir algo que lo incrimine de verdad.

Enrique
(negando con la cabeza)
Ya estamos al límite con la información que tenemos. Si lo presionamos demasiado sin pruebas sólidas, podría volverse contra nosotros.

(Ana se pasa las manos por el cabello, visiblemente abrumada.)

Ana
(fatigada)
Solo quiero que todo esto termine. Siento que no podemos ganar, y mientras tanto, la casa se desmorona poco a poco. Ya ni siquiera se siente como un hogar.

(Carmen la mira con una mezcla de frustración y preocupación. Sabe que su hija está exhausta, pero no puede rendirse.)

Carmen
(con suavidad)
Ana, sé que es duro. Pero no podemos dejarnos vencer por el miedo. Todo lo que tu padre construyó está en juego.

(Lucía se cruza de brazos, pensativa.)

Lucía
(lentamente)
Quizás podamos usar su pasado turbio, pero de otra manera. No como un ataque frontal. Quizás podamos negociar desde una posición de poder. Si Alfredo sabe que tenemos información comprometedora, podría estar más dispuesto a ceder.

Enrique
(asintiendo, intrigado)
Esa podría ser una estrategia. No lo acusamos directamente, pero insinuamos que podríamos hacerlo. Tal vez eso lo motive a buscar un acuerdo más favorable.

Carmen
(desconfiada)
¿Estás sugiriendo que negociemos con él? ¿Que le demos algo?

Enrique
(serio)
No necesariamente ceder, pero sí manejar la situación con más tacto. Podríamos ofrecerle una compensación menor de lo que pide, o llegar a un acuerdo donde ambos lados obtienen algo. Es mejor que perder todo en una batalla legal interminable.

Mercedes
(interviniendo)
En situaciones así, a veces es más inteligente retirarse un poco para ganar en el largo plazo.

Carmen
(aún dudosa, pero pensativa)
No me gusta la idea de ceder. Pero… si podemos sacarlo de nuestra vida de una vez por todas, quizás valga la pena.

(Ana parece aliviada al escuchar esa posible solución.)

Ana
(con esperanza)
¿De verdad crees que aceptaría?

Enrique
(meditando)
No lo sabremos hasta que lo intentemos. Si Alfredo está motivado por dinero, puede que una oferta lo convenza. Pero tenemos que movernos rápido y ser cuidadosos.

Paula
(entusiasmada)
¡Esto se está poniendo bueno! ¡Es como un juego de estrategia!

Lucía
(burlándose)
Solo esperemos que no sea uno en el que perdamos todo.

 

Acto 4, Escena 2

(El mismo salón de la casa. Carmen está sentada en la cabecera de la mesa, mientras Ana, Paula, Lucía, Mercedes, y Enrique están a su alrededor. La tensión es palpable, pero hay un aire de determinación entre todos. En el centro de la mesa hay una carpeta con documentos importantes. Están a la espera de la llegada de Alfredo, con quien han acordado una reunión para intentar negociar.)

Carmen
(determinada)
Escuchen bien, lo que vamos a hacer hoy es simple. Vamos a enfrentar a Alfredo con la información que tenemos, y vamos a presionarlo para que ceda. Pero no nos vamos a mostrar desesperados. Si él percibe debilidad, lo usará en nuestra contra.

Ana
(inquieta)
¿Y si simplemente no quiere negociar? ¿Y si insiste en reclamar todo?

Enrique
(calmo)
Si eso pasa, jugamos nuestra carta: el conocimiento de su historial turbio. No tenemos pruebas suficientes para destruir su demanda legalmente, pero podemos hacerlo dudar de su posición.

Paula
(entusiasmada)
¡Esto es como una partida de ajedrez! Tenemos que mover las piezas con cuidado, paso a paso.

Lucía
(sonriendo sarcásticamente)
Espero que no termines haciendo jaque mate en nosotras.

Mercedes
(reflexiva)
La clave es mantener la calma. Él vendrá confiado, pero no sabe lo que hemos descubierto. Eso nos da ventaja.

(De repente, se escucha el timbre de la puerta. Ana se sobresalta, y Carmen se levanta rápidamente.)

Carmen
(firme)
Es él. Enrique, mantente cerca. No quiero que hablemos de más. Mercedes, ¿puedes recibirlo?

Mercedes
(con calma)
Claro.

(Mercedes sale de la habitación para abrir la puerta, y un momento después entra con Alfredo, quien luce tranquilo y seguro de sí mismo. Todos lo observan con una mezcla de desconfianza y tensión. Carmen se mantiene erguida, en control de la situación.)

Alfredo
(sonriendo)
Buenas tardes a todos. Veo que están listos para la negociación.

Carmen
(frío, pero educada)
Alfredo, gracias por venir. Creo que ambos queremos resolver esto de la mejor manera posible.

Alfredo
(con arrogancia)
Claro, pero resolver, para mí, significa obtener lo que es legítimamente mío.

(Ana hace un gesto para hablar, pero Enrique la detiene con una mirada, indicándole que mantenga la calma.)

Carmen
(sin inmutarse)
Queremos lo mismo. Pero antes de continuar, creemos que es justo que conozcas algo de lo que hemos descubierto sobre ti.

(Alfredo frunce el ceño, y su actitud confiada se tambalea un poco.)

Alfredo
(sorprendido)
¿Descubierto sobre mí? ¿De qué estás hablando?

Enrique
(serio, tomando la carpeta de la mesa)
Hemos hecho una pequeña investigación sobre tus actividades pasadas, Alfredo. Sabemos que has estado involucrado en negocios poco claros, acusaciones de fraude… No estamos aquí para atacarte, pero creemos que esto podría afectar tu reputación, y cualquier intento de seguir adelante con este pleito.

(Alfredo se queda en silencio unos segundos, procesando la información. Su expresión cambia de arrogancia a preocupación.)

Alfredo
(intentando mantener la compostura)
Eso no tiene nada que ver con esta casa. Mi reclamación sigue siendo válida.

Carmen
(con calma)
Puede que lo sea, pero si llevamos esto a los tribunales y esta información sale a la luz, ¿qué tan dispuesto estás a arriesgar tu nombre? Tal vez los tribunales no te condenen, pero tu reputación… eso es algo que puedes perder.

(Alfredo se ve visiblemente más incómodo. Ana lo observa atentamente, con la esperanza de que ceda.)

Ana
(suavemente)
No queremos alargar esta disputa, Alfredo. Sabemos que podríamos estar así años, pero ambos sabemos que no es lo mejor para ninguno de nosotros. ¿De verdad quieres que esto siga?

(Paula se inclina hacia Lucía, susurrando con entusiasmo.)

Paula
(susurrando)
¡Este es el momento en el que cede! Lo sé, lo presiento.

Lucía
(susurrando de vuelta)
No te emociones tanto… aún no ha terminado.

Alfredo
(dubitativo)
¿Qué están proponiendo exactamente?

Enrique
(claramente)
Podríamos llegar a un acuerdo. Sabemos que tienes derecho a reclamar una parte, pero no la totalidad. Estamos dispuestos a ofrecerte una compensación, suficiente para que ambos lados salgan beneficiados. Pero tienes que dejar de insistir en la casa.

(Alfredo parece pensarlo durante unos largos segundos, claramente indeciso. Mira a Carmen, quien lo observa con firmeza. Finalmente, suspira.)

Alfredo
(resignado)
De acuerdo. Pero solo si la oferta es razonable.

Carmen
(asintiendo)
Lo será. Podemos trabajar los detalles con Enrique. Lo importante es que esto termine aquí.

(Ana suspira de alivio, mientras Paula se muerde el labio, emocionada por la resolución. Lucía sonríe con satisfacción.)

Alfredo
(fatigado)
Está bien. Me reuniré con tu abogado y resolveremos esto. Pero quiero que quede claro: estoy haciendo esto porque no quiero más conflictos.

Carmen
(asertiva)
Y nosotros tampoco.

(La escena termina con Alfredo y Enrique preparándose para discutir los términos. Ana, Carmen, Paula, Lucía, y Mercedes intercambian miradas de alivio. Aunque la batalla no ha terminado completamente, han logrado evitar lo peor.)

 

Acto 4, Escena 3 (última escena)

(El salón, unos días después. La familia está reunida nuevamente. Carmen está visiblemente más relajada, Ana parece más tranquila, y Paula y Lucía están bromeando entre ellas. Mercedes está en un rincón, tomando té, disfrutando de la paz recién alcanzada. Enrique entra con los últimos documentos en la mano.)

Enrique
(sonriendo)
Bueno, ya está todo resuelto. Alfredo ha aceptado los términos y el acuerdo ha sido firmado. La casa es oficialmente vuestra, sin más reclamaciones.

Ana
(suspirando con alivio)
Por fin… No puedo creer que esto haya terminado.

Carmen
(con un toque de nostalgia)
Tu padre estaría orgulloso de ti, Ana. Hemos luchado por lo que era nuestro, y lo hemos conseguido.

Paula
(entusiasmada)
¡Sabía que lo lograríamos! ¡Al final siempre hay una victoria épica!

Lucía
(burlándose)
No fue exactamente épica, pero sí, lo logramos.

Mercedes
(sonriendo)
A veces la victoria no se mide por lo grandioso del momento, sino por la paz que trae después.

Carmen
(con una sonrisa)
Así es. Y ahora, creo que todos nos merecemos un poco de tranquilidad.

(La escena finaliza con todos relajándose, conversando y disfrutando de la nueva tranquilidad. La casa, símbolo del esfuerzo y la unión familiar, sigue siendo suya.)


FIN

Suscríbete para recibir todas las novedades de Fernando Suarez Teatro

Newsletter con toda la información de actualidad sobre mis cursos y formaciones.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable: Fernando Suarez.
  • Finalidad:  Moderar los comentarios.
  • Legitimación:  Por consentimiento del interesado.
  • Destinatarios y encargados de tratamiento:  No se ceden o comunican datos a terceros para prestar este servicio. El Titular ha contratado los servicios de alojamiento web a Raiola Networks que actúa como encargado de tratamiento.
  • Derechos: Acceder, rectificar y suprimir los datos.
  • Información Adicional: Puede consultar la información detallada en la Política de Privacidad.

Scroll al inicio
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para fines de afiliación y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad